martes, 22 de septiembre de 2009

EXPERIMENTACION CON ACIDOS

“Solo quien sea suficientemente fuerte corporal y espiritualmente, podrá soportar el calor y la atmosfera asfixiante, sin dejarse seducir por un arte cercano a lo diabólico”.
Felix Duque.
Ansío transmutar la materia, soportar el calor y la atmosfera asfixiante de una sustancia química que reacciona ante diversos estímulos y descubre sutilmente nuevos mundos nunca antes visitados, mundos azules texturizados, verdes burbujeantes, amarillos gaseosos, mundos que reaccionan con una gota de agua, o con una llamarada; deseo observar ese proceso de transustanciación, de transmutación a una nueva propiedad que lo haga fantástico e imaginario.

Comienzo como un líquido, que es agredido por el fuego sin piedad, cambio mi consistencia pero jamás mi esencia, a veces me aferro a las superficies rígidas y frías del hierro, y otras veces me desprendo fácilmente porque no soporto la frialdad ni la dureza en la que me encuentro.

Puedo entrar sutilmente y abrir mis propios caminos entre las demás sustancias, o puedo arrojarme fuertemente contra la superficie y explotar en distintos colores, o chamuscarme en el intento.

Deseo ser un liquido que sea capaz de transformar una lámina de hierro fría y rígida, en una más maleable y noble, solo pretendo penetrar los poros de la superficie y hacer que se mueva, se retuerza, que arda, explote, se contraiga y se expanda, o que permanezca en quietud para admirar el mundo mágico de colores, formas y texturas que le rodea.

Me inquieta jugar y experimentar, armar, desarmar, mover, molestar… recordar mi infancia, reencontrarme con la inocencia de mi imaginación, con mis historias fantasiosas, con la experimentación desinteresada que me llevaba a conocer el mundo real, con la capacidad de asombro, y de las sensaciones producidas por estas.


Pretendo evocar ese momento en el que jugaba en silencio en mi habitación, concentrada en mi juego, en mi historia, en mi gigante mundo imaginario, utilizaba cada recurso que me encontraba y lo introducía en el juego de una manera que pasara del mundo real al mundo de la fantasía, cada elemento tenia un valor, un significado, una energía diferente y hasta una nueva consistencia un poco más liviana de lo normal. Parecía que las formas abstractas tuvieran emociones, que todo se moviera por si mismo, que todo hablara, y que todo se comunicara entre si, solo cuando caía en las garras de la realidad, y el juego se acababa, me daba cuenta que todo era inerte, nada se movía, nada hablaba, nada tenia emociones, solo era mi alma de niña, que había logrado transmitirle a los objeto mi emoción. Ahora mi juego cambia, pero yo sigo siendo la misma, la misma niña, la misma esencia, tal vez no tendré la mima inocencia, pero intento perforar como un acido en los pedazos de hierro rígido y frío que existen dentro de mi, para penetrar en esos recuerdos y transformarlos en emoción, en texturas y color.
Aquí no hay espacio para que el intelecto y la razón salgan a hacer su papel de regulación, solo la emoción y la intuición podrán transmutar la materia y permitirme entrar de nuevo a fantasear en el mundo de las formas abstractas, en los mares, las montañas, los bosques, la tierra, las flores que hablan entre ellas y que yo las escucho, las veo como se mueven y como las transformo en nuevas historias, y aunque se que cuando el juego termine solo serán objetos inertes, se que en algún momento tuvieron vida y se comunicaron con mi interior, con mi esencia, con mi alma de niña.

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